
7. Cuando éramos como huesos secos, Dios nos dio el aliento de la vida y nos dio nueva vida (Ezequiel 37:1-14)
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Dios mostró al Profeta Isaías un valle lleno de huesos secos. Dios le dijo: “Ezequiel, ¿pueden vivir estos huesos?”. El Profeta Ezequiel contestó y dijo: “Señor, Tú lo sabes”. Entonces, Dios le dijo: “Te ordeno que profetices a estos huesos y digas: “Husos secos, escuchad la Palabra del Señor”, y el Profeta Isaías profetizó la Palabra de Dios tal y como Dios se lo ordenó: “y sopla sobre estos muertos, y vivirán”. Entonces el aliento entró en estos huesos, vivieron y su número era como un ejército enorme.
Esta Palabra de profecía trataba de cómo Dios obraría en el pueblo de Israel. Al haber estado esclavizado durante 70 años, el pueblo de Israel ahora era consciente completamente de sus errores. Estaban llenos de remordimientos, preguntándose: “¿Cómo nos hemos convertido en tales pecadores rebeldes cuando hemos recibido tanta gracia, amor y privilegios de Dios?”.
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