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Page de couverture de Buceando el Evangelio

Buceando el Evangelio

Buceando el Evangelio

Auteur(s): Jesús Rodrigo Rodrigo
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À propos de cet audio

Podcast semanal donde se ofrece una reflexión al Evangelio de los Domingos y fiestas principales del calendario litúrgico.© 2025 Jesús Rodrigo Rodrigo Spiritualité
Épisodes
  • Domingo XXXIII T.O: "No tengais miedo".
    Nov 13 2025
    Hoy, el Evangelio nos habla de la última venida del Hijo del hombre. Se acerca el final del año litúrgico y la Iglesia nos presenta la parusía, y al mismo tiempo quiere que pensemos en nuestras postrimerías: muerte, juicio, infierno o cielo. El fin de un viaje condiciona su realización. Si quieres ir al infierno, te podrás comportar de una manera determinada de acuerdo con el término de tu viaje. Si escoges el cielo, habrás de ser coherente con la Gloria que quieres conquistar. Siempre, libremente. Al infierno no va nadie por la fuerza; ni al cielo, tampoco. Dios es justo y da a cada uno lo que se ha ganado, ni más ni menos. No castiga ni premia arbitrariamente, movido por simpatías o antipatías. Respeta nuestra libertad. Sin embargo, hay que tener presente que al salir de este mundo la libertad ya no podrá escoger. El árbol permanecerá tendido por el lado en que haya caído. «Morir en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección» (Catecismo de la Iglesia n. 1033). ¿Te imaginas la grandiosidad del espectáculo? Los hombres y las mujeres de todas las razas y de todos los tiempos, con nuestro cuerpo resucitado y nuestra alma compareceremos delante de Jesucristo, que presidirá el acto con gran poder y majestad. Vendrá a juzgarnos en presencia de todo el mundo. Si la entrada no fuera gratuita, valdría la pena... Entonces se sabrá la verdad de todos nuestros actos interiores y exteriores. Entonces veremos de quién son los dineros, los hijos, los libros, los proyectos y las demás cosas: «No quedará piedra sobre piedra que no sea derruida» (Lc 21,6). Día de alegría y de gloria para unos; día de tristeza y de vergüenza para otros. Lo que no quieras que aparezca públicamente, ahora te es posible eliminarlo con una confesión bien hecha. No puedes improvisar un acto tan solemne y comprometedor. Jesús nos lo advierte: «Mirad, no os dejéis engañar» (Lc 21,8). ¿Estás preparado ahora?
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    15 min
  • Domingo XXXII T.O: El nuevo templo y nuevo cordero.
    Nov 6 2025
    Hoy, en esta fiesta universal de la Iglesia, recordamos que aunque Dios no puede ser contenido entre las paredes de ningún edificio del mundo, desde muy antiguo el ser humano ha sentido la necesidad de reservar espacios que favorezcan el encuentro personal y comunitario con Dios. Al principio del cristianismo, los lugares de encuentro con Dios eran las casas particulares, en las que se reunían las comunidades para la oración y la fracción del pan. La comunidad reunida era —como también hoy es— el templo santo de Dios. Con el paso del tiempo, las comunidades fueron construyendo edificios dedicados a las reuniones litúrgicas, la predicación de la Palabra y la oración. Y así es como en el cristianismo, con el paso de la persecución a la libertad religiosa en el Imperio Romano, aparecieron las grandes basílicas, entre ellas San Juan de Letrán, la catedral de Roma. San Juan de Letrán es el símbolo de la unidad de todas las Iglesias del mundo con la Iglesia de Roma, y por eso esta basílica ostenta el título de Iglesia principal y madre de todas las Iglesias. Su importancia es superior a la de la misma Basílica de San Pedro del Vaticano, pues en realidad ésta no es una catedral, sino un santuario edificado sobre la tumba de San Pedro y el lugar de residencia actual del Papa, que, como Obispo de Roma, tiene en la Basílica Lateranense su catedral. Pero no podemos perder de vista que el verdadero lugar de encuentro del hombre con Dios, el auténtico templo, es Jesucristo. Por eso, Él tiene plena autoridad para purificar la casa de su Padre y pronunciar estas palabras: «Destruid este templo y en tres días lo levantaré» (Jn 2,19). Gracias a la entrega de su vida por nosotros, Jesucristo ha hecho de los creyentes un templo vivo de Dios. Por esta razón, el mensaje cristiano nos recuerda que toda persona humana es sagrada, está habitada por Dios, y no podemos profanarla usándola como un medio.
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    15 min
  • Fieles Difuntos: Camino, Verdad y Vida.
    Oct 30 2025
    Jesús dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6). Esta poderosa declaración resume la esencia de nuestra fe y nuestra relación con Dios. El Camino: En un mundo lleno de desvíos y confusión, Jesús se presenta como la ruta segura de regreso a Dios. No es solo un mapa o una señal, sino la dirección misma que debemos seguir con nuestros actos y nuestro corazón. Él nos guía con su ejemplo de amor, servicio y obediencia. La Verdad: Frente a la mentira y la relatividad, Jesús es la verdad absoluta. En Él encontramos la revelación completa de Dios y el verdadero significado de la existencia. Su enseñanza es firme, nos libera del engaño y nos da claridad sobre lo que es eterno e importante. La Vida: No se refiere solo a la vida biológica, sino a la vida en plenitud y eterna. Jesús no solo nos da años de vida, sino que nos regala una calidad de vida marcada por la gracia, el perdón y la esperanza. En Él, la muerte no tiene la última palabra. Reconocer a Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida significa más que creer una doctrina; significa confiarle nuestra existencia. Es saber que, al caminar con Él, estamos en la senda correcta, con la luz que disipa toda oscuridad, y con la promesa de una vida que nunca terminará. Él es nuestro todo para llegar al Padre.
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    12 min
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