Page de couverture de Malco: Restaurado por el poder de Jesucristo.

Malco: Restaurado por el poder de Jesucristo.

Malco: Restaurado por el poder de Jesucristo.

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En el momento más tenso de la vida de Jesús —la noche de su arresto en el Huerto de Getsemaní— ocurre una escena sorprendente y profundamente reveladora. Cuando los soldados vienen a prender a Jesús, Pedro reacciona con violencia y corta la oreja de Malco, un siervo del sumo sacerdote. Pero Jesús, en medio del caos, se detiene, toca la oreja de Malco y lo sana (Lucas 22: 51). Dios no deja a nadie fuera de su compasión Malco no era un discípulo. No estaba allí para seguir a Jesús, sino para arrestarlo. Y aun así, Jesús lo sana. ¡Qué poderoso testimonio de gracia! Dios actúa con misericordia incluso hacia quienes no lo buscan. Este gesto nos recuerda que nadie está fuera del alcance del amor de Cristo, incluso aquellos que caminan en la oscuridad. Jesús no necesita violencia para cumplir su propósito Pedro pensaba que defender a Jesús significaba usar la espada. Pero Jesús le dice: "Guarda tu espada. ¿Acaso no he de beber el cáliz que el Padre me ha dado?" (Juan 18: 11). El Reino de Dios no avanza con fuerza humana, sino con obediencia, mansedumbre y amor. A veces, en nuestro celo espiritual, podemos actuar como Pedro, pero Jesús nos recuerda que su camino es diferente. El toque de Jesús transforma incluso a sus enemigos Aunque la Biblia no nos cuenta qué pasó con Malco después, ¿te imaginas cómo cambió su vida tras ese encuentro? Fue herido en un momento de violencia, pero sanado por aquel a quien venía a apresar. Así es Dios: redime el daño y transforma corazones, incluso en los momentos más oscuros.
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