Jesús dijo que amáramos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Pero es más fácil decirlo que hacerlo. ¿Qué personas califican para ser nuestros prójimos y cuáles no? ¿Hasta dónde llega nuestra responsabilidad con los demás? Si nos esforzamos por abordar los problemas en la vida de los demás, ¿cuán inconveniente es demasiado inconveniente? ¿Cuán inseguro es demasiado inseguro? ¿Cuán peligroso es demasiado peligroso? ¿Cuáles son los límites para amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos?

Todos hemos ocasionado desastres en nuestra vida. De hecho, reconocemos un desastre cuando lo vemos porque somos un desastre. Es algo que todos tenemos en común.Una idea errónea es que la vida cristiana se trata de mantenerse alejado de los problemas. Pero eso no es cierto. Si simplificas el cristianismo a eso, entonces tu fe se centrará en ti: la base de otro problema, de hecho, todo un desastre. Seguir a Cristo no se trata de evitar algo, se trata de convertirse en algo.

Cuando nos encontramos en un desastre, solemos buscar una solución rápida y una salida fácil. Pero Dios nos invita a algo mucho mejor, algo que tiene el potencial de mejorar cada aspecto de nuestras vidas. Tu desastre tiene el potencial de acercarte a Dios.

Seamos #religiosos o no, todos hemos cometido errores en el camino. Seamos religiosos o no, todos estuvimos, estamos o estaremos a solo una decisión de estar en un desastre. Sin embargo, existe una poderosa conexión entre tus desastres y tu #relación con #Dios. Todos hemos pensado: «Mi vida es un #desastre ». Así que, hablemos de ello.

Dios, ¿Qué quieres que haga ahora? Dios, ¿Estoy siguiendo tu plan? Estas pueden ser oraciones frecuentes para quienes desean conocer la voluntad de Dios y cumplirla. Pero ¿qué pasa si vivir el plan de Dios para ti tiene menos que ver con una decisión específica y más con cómo enfrentas cualquier situación? En este mensaje, pasaremos de esperar estar siguiendo el plan "correcto" a saber qué es lo que Dios realmente quiere de nosotros y para nosotros.

A menudo nos preguntamos cuánto nos costará seguir a Jesús. Incluso podemos cuestionarnos: "¿De verdad vale la pena?". ¿Cuánto nos costará en el trabajo, en nuestras relaciones, o en nuestras finanzas? Pero ¿y si Jesús quiere más para nosotros si tan solo confiamos en él y nos entregamos por completo?

Todos tenemos una imagen de quién creemos que es Dios. Estas imágenes y creencias se han moldeado por lo que hemos aprendido y experimentado a lo largo del camino. Pero, ¿qué pasa si te han dado una imagen errónea de quién es realmente Dios?

Seguir a Jesús no solo transforma nuestro presente, también llena de esperanza nuestro futuro. Vivimos con propósito, porque sabemos que Él regresa por nosotros.

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