La Ley Número 26 de Las 48 Leyes del Poder exige que usted aparezca en todo momento como paradigma de la corrección y la eficiencia. En el juego del poder, su imagen pública es una de sus armas más importantes, y las personas confían en quien parece moralmente intachable y responsable. Sus manos jamás deben ensuciarse con errores, fallas o "obras repugnantes".

Para proteger esta reputación, la ley propone dos estrategias fundamentales:

1. Utilice el Chivo ExpiatorioEsta táctica implica ocultar los errores y hacer que otros carguen con la culpa en momentos de crisis. El objetivo es extirpar el error de inmediato, desviando la atención de usted

Esta ley fundamental insta a recrearse permanentemente y a no aceptar los papeles que la sociedad, sus padres o sus amigos le han endilgado. La tarea de los poderosos es asumir el control de este proceso, dejando de permitir que otros limiten o modelen su personalidad.

El objetivo central es que usted debe diseñar, construir y proyectar la identidad que le otorgará poder, respeto y libertad. Para esto, debe verse como un artista que trabaja sobre la arcilla, convirtiéndose en el creador de sí mismo. Al crear una nueva identidad, esta actúa como un disfraz o una máscara que lo distingue y lo protege del mundo

En este episodio de Sin Máscaras, A Desnudo, el pódcast que analiza el poder sin filtros, sin disfraces y sin miedo a la verdad, exploramos la Ley Número 24: Desempeñe el papel del cortesano perfecto.

Esta es una ley elegante, psicológica y extremadamente útil en el trabajo, los negocios, la política y la vida social. El cortesano perfecto es anulador e intrigante y prospera en cualquier estructura donde todo gira en torno del poder.

El objetivo central de esta ley es ganar poder sin crear resistencia. Para lograrlo, el cortesano debe ser diplomático, observador, controlado emocionalmente, encantador y estratégico. Se destaca por dominar el arte de la oblicuidad y la ciencia de la manipulación.

Aprenda las leyes de la política cortesana, que son tan atemporales como las leyes del poder, incluyendo:

• Evitar la ostentación: Nunca es prudente hablar mucho de usted mismo ni pregonar sus logros a los cuatro vientos.

• Ser frugal con los elogios: El exceso, incluso de algo bueno, disminuye su valor y puede despertar sospechas.

• Medir sus palabras: La sinceridad es el juego de los tontos en la corte. Los grandes cortesanos son maestros de la palabra, pero nunca dicen más de lo estrictamente necesario