En este episodio exploramos con delicadeza y rigor uno de los temas más complejos y dolorosos de la clínica: el suicidio adolescente. Lejos de explicaciones simplistas, profundizamos en cómo el cerebro en desarrollo, los vínculos tempranos, la identidad y la capacidad de regulación emocional se entrelazan hasta crear un estado de desesperanza extrema.

Analizamos por qué muchos adolescentes no buscan “morir”, sino dejar de sentir un dolor que ya no pueden sostener, y cómo los síntomas —incluidos los pensamientos suicidas— pueden entenderse como mecanismos desesperados de regulación cuando el sistema emocional está desbordado.

Desde el Modelo PARCUVE, abordamos la neurobiología del estrés, las heridas de apego, la vergüenza tóxica, la sensación de no pertenecer y la dificultad para simbolizar el sufrimiento. Hablamos también de qué señales suelen pasar desapercibidas, cómo acompañar sin juzgar, y qué herramientas pueden ayudar a que un adolescente vuelva a sentirse visto, sostenido y con futuro.

Un episodio para profesionales, familias y cualquier persona que quiera comprender, con mayor profundidad y humanidad, qué hay detrás del suicidio adolescente y cómo podemos intervenir de forma segura, compasiva y efectiva.

Algo está pasando con parte de la juventud:

la ultraderecha ya no se percibe como “lo viejo”,

sino como lo disruptivo,

lo antisistema,

lo que promete orden en medio del ruido.

Y mientras tanto, modelos como el chino —eficientes, verticales, sin espacio para la incertidumbre— empiezan a parecer tentadores para quienes han crecido entre crisis, inestabilidad, precariedad y saturación de información.

En un mundo donde todo se cuestiona,

donde la realidad se mueve más rápido que la mente,

donde la democracia parece lenta

y la frustración crece…

es comprensible que algunos jóvenes busquen certeza,

aunque sea a costa de libertad.

Pero este fenómeno nos obliga a mirar más profundo:

• ¿Qué está fallando en nuestros sistemas democráticos?

• ¿Qué vacíos emocionales y sociales llenan los mensajes autoritarios?

• ¿Qué necesidades reales —orden, pertenencia, identidad— están siendo ignoradas?

No se trata de juzgar a los jóvenes.

Se trata de escucharlos.

De entender el territorio emocional que los lleva a mirar hacia discursos extremos o modelos hipercontrolados.

Porque antes de que un joven admire a un líder autoritario,

hay algo que no encontró en casa,

en su escuela,

en su sociedad,

o en su futuro.

Y ahí es donde debemos empezar a conversar.

La obesidad no siempre tiene que ver con la comida.

Muchas veces tiene que ver con lo que ocurrió antes de la comida.

Hay cuerpos que han tenido que protegerse.

Cuerpos que aprendieron a hacerse grandes para sentirse a salvo.

Cuerpos que cargan silencios, vergüenzas y heridas que nunca debieron existir.

El abuso sexual no solo hiere la historia emocional.

También modifica la relación con el cuerpo, con el hambre, con el placer y con la identidad.

Por eso, antes de juzgar un cuerpo,

antes de opinar sobre un peso,

antes de recomendar una dieta…

es necesario preguntarnos:

¿Qué ha vivido esta persona?

¿Qué ha tenido que soportar?

Qué función ha cumplido este cuerpo para sobrevivir?

En ocasiones, la obesidad no es descontrol.

Es supervivencia.

Es la forma más silenciosa que encontró el cuerpo para seguir aquí.

Hablar de esto duele.

Pero callarlo duele más.