La santificación en la vida del creyente se revela como un proceso esencial que sigue a la salvación por medio de Cristo. Este proceso, que abarca desde la reconciliación con Dios hasta la transformación del carácter, requiere la participación activa del creyente, junto con la obra del Espíritu Santo y la guía de las Escrituras. La responsabilidad del creyente es sumamente importante para perseguir la santidad con disciplina y esfuerzo, evitando el pecado y cultivando una vida de obediencia y comunión con Dios. La santificación se manifiesta como un compromiso continuo de crecimiento espiritual y conformidad a la imagen de Cristo.