La economía mexicana está entrando en una fase recesiva y los números lo confirman. Los datos publicados hoy por el INEGI muestran una caída preocupante: 1.1% en la oferta global y 0.8% en la demanda global durante el primer trimestre de 2025. Estas cifras no son casuales ni aisladas, representan la culminación de tendencias que venimos observando desde hace meses.
El panorama es sombrío cuando analizamos componentes fundamentales como el consumo privado, que ya viene cayendo desde el año pasado, y especialmente la formación bruta de capital fijo (inversión productiva), que muestra un desplome alarmante. La inversión privada registra una variación anual negativa de 4.4%, mientras que la inversión pública ha colapsado con un dramático -24.4%. Estas cifras anticipan un 2025 recesivo con probable aumento en cierres de empresas, incremento del desempleo y reducción de trabajadores formales.
Mientras tanto, en el entorno internacional, la Reserva Federal estadounidense mantiene sin cambios sus tasas de interés ante el temor de presiones inflacionarias en la segunda mitad del año. En contraste, el Banco de México continúa reduciendo tasas, perjudicando a los ahorradores que ven disminuir constantemente sus rendimientos en CETES y otros instrumentos.
Este escenario se desarrolla dentro de un sistema monetario global basado en dinero fiat, un modelo condenado a la progresiva pérdida de valor del dinero, creando una "carrera de ratas financiera" donde trabajamos más para mantener un nivel de vida que se erosiona constantemente.
Frente a esta realidad, la inteligencia financiera se vuelve nuestra mejor defensa.
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