Page de couverture de Obedecedores (Escuderos #9)

Obedecedores (Escuderos #9)

Obedecedores (Escuderos #9)

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OBEDECEDORES Estaba hace un tiempo en unas reuniones de pastores y líderes, y animaron a sumarse a una actividad a todos los que eran apóstoles, pastores, profetas, evangelistas, maestros y ¡querubines! Entonces, pensé, “hoy apareció un nuevo ministerio en Efesios 4, “querubines”. Me hizo mucha gracia, porque ya había oído que en algunos lugares donde la Iglesia ha crecido mucho hay nuevos títulos o cargos que nos hemos inventado: algunos han pasado a llamarse arcángeles; y también he sabido de más de uno que ha sido ungido rey. Debo decir que creo firmemente en lo apostólico y profético, incluso en la restauración del ministerio apostólico y profético. Pero hoy abundan tantos apóstoles que parece que han tenido que hacer a algunos querubines, para diferenciar a los “superministerios” de los apóstoles de tres al cuarto. En esa misma reunión, me preguntaron a mí que qué era yo, y en plan sarcástico contesté que yo era simplemente obedecedor. Entonces volví a casa y se lo que conté a mi esposa, para reírnos de lo esperpéntico de la situación. Pero más tarde, a solas, el Señor me dijo: “No te tomes a broma esto... Porque a mí esa palabra, ‘obedecedor’, me agrada mucho”. Respondo: “Señor, no me tomes el pelo. Que lo de obedecedor era solo un juego”. Pero me reitera la voz de su Espíritu: “No es ningún juego. Mira, busca en el diccionario”. Y cuando lo busco, seguro de que no existiría, resulta que obedecedor es, en el castellano antiguo, el que obedece. Tú quizás que estás preguntándote: ¿Qué seré yo? ¿Seré diácono, tendré el don de ayuda, tendré el ministerio de profeta, tendré el don de cantar? Pues mira, aquí te lanzo un ministerio que, si lo abrazas, te va a calzar bien toda la vida y el cielo va a estar contento contigo: conviértete en un obedecedor, dócil a la voz de Dios y obediente a su palabra. 1 Recuperando la palabra ‘obedecedor’ Aunque hoy se considera en desuso, “obedecedor” es una palabra real, registrada en 1803. Tiene fuerza propia como sustantivo (no solo adjetivo, “obediente”). Aparece por primera vez en el diccionario de la Real Academia en 1803: Obedecedor, el que obedece. Y también se puede equiparar con sinónimos como cumplidor y hombre dócil. Es interesante que este verbo, el verbo obedecer, se ha quedado sin un sustantivo, cuando hay tantos otros verbos que tienen un sustantivo: de nadar, nadador; de lavar, lavandera o lavandero; de correr, corredor; luchador del verbo luchar; etc. Sin embargo, este, el verbo obedecer, no tiene sustantivo para nombrar a los que son obedientes. ¡Pero sí que lo tiene! Lo que pasa que se está extinguiendo, es prehistórico, es un dinosaurio del castellano. Por eso digo que merece la pena que lo resucitemos. Nosotros, que nos dedicamos a esto de ser obedientes, deberíamos reclamar el sustantivo: obedecedores. También he encontrado un escrito de José Joaquín Virues y Spinola. El texto se llama Nueva Traducción y Paráfrasis en Romances Españoles de los Salmos de David y fue impreso en 1825. En el Salmo 103, verso 20, donde en mi Biblia declara: “Bendecid al Señor vosotros, sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su mandato, obedeciendo la voz de su palabra”. Pero en la paráfrasis de José Joaquín, dice: “Bendecid al Señor vosotros, sus ángeles, dóciles a su palabra y obedecedores puntuales de su ley”. Cuando todavía se usaba esta palabra, se definían a los ángeles como dóciles y, por lo tanto, obedecedores de la voluntad del Señor. Nosotros, sin temor a equivocarnos, podemos decir que en el cielo hay obedecedores que adoran al Señor, que son los ángeles. Y, en última instancia, nosotros somos el ejército de Dios, siervos suyos en la tierra y debemos ser tan obedecedores como los ángeles. 2 Cristo, el obedecedor perfecto Hebreos 5:7-9 Cristo en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y suplicas con gran clamor y lágrimas al que podría, podía librarle de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era hijo aprendió obediencia por lo que padeció. Y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen. Jesús aprendió obediencia por lo que padeció y fue perfeccionado para ser fuente de salvación, para quienes le obedecen. No fue solo salvador, sino salvador por ser obedecedor, y ese mismo llamado lo tenemos nosotros. Jesús aprendió obediencia y se convirtió en un obedecedor. Fue salvador, en su calidad de perfecto obedecedor. Y todos los que son salvos también tenemos un llamado a convertirnos en obedecedores, porque Jesús es fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen. Sabemos que la salvación es por el arrepentimiento y por la fe; perfectamente podría decir, “para todos los que creen en él”. Pero es que los que de verdad nos hemos convertido y los que de verdad creemos en Él, somos los que le obedecen, y nos ...

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